viernes, 17 de junio de 2011

¡Diles que no me maten! de Juan Rulfo

Roberto Martínez GuerraTaller de Apreciación y Crítica

Se trata de un cuento de Juan Rulfo de mediados del siglo XIX, en el cual se hacen presentes el miedo, el dolor, la venganza y el asesinato.
Este texto es breve en cuanto a su extensión, pero el discurso que maneja esta repleto de un profundo mensaje, que Rulfo externa por medio de sentimientos desgarradores, que se hacen casi palpables en los personajes del relato.
La historia comienza con un hombre, Juvencio Nava, suplicando por su vida diciendo: ¡Diles que no me maten, Justino!
Muchos años atrás Juvencio Nava había tenido un pleito con un terrateniente, Don Lupe Terreros, el pleito había sido por que Juvencio metía por las noches a sus animales en las tierras fértiles de Don Lupe para que estos pudieran pastar y no murieran de hambre. Don Lupe amenazo con matar a sus animales, hasta que un día le mata a un novillo y Juvencio furioso mato a Don Lupe. (Juvencio pensaba que tuvo razones para hacerlo).
Poco tiempo después la viuda de Don Lupe murió, al parecer de pena, y dejo a sus dos hijos de apenas 5 años el mayor, huérfanos, así que fueron llevados a la ciudad con alguna familia para que los cuidaran.
Y Juvencio paso el resto de su vida huyendo, escondido para no pagar por su crimen. Perdió todo lo que tenia; sus tierras, su casa, sus animales, su esposa lo dejo, el ni siquiera quiso averiguar con quien o a donde se fue.
El miedo no lo dejaba vivir, pasaba temporadas en el cerro escondido comiendo solo verdolagas. Algunas veces se quedaba con su hijo, Justino, quien había crecido y ahora estaba casado, con 8 hijos.
Juvencio estuvo así por 30 años, huyendo para el cerro cada que llegaba algún fuereño al pueblo. Cuidando lo único que le quedaba, su vida.
Cierto día, 4 militares llegaron al pueblo y pasaban por la milpa fresca, Juvencio bajo para decirles que no la pisaran, y estos lo atraparon y lo llevaron con un Coronel, que resulto ser uno de los hijos de Don Lupe que buscaba venganza. Este le reclamo por haber matado a su padre, por la forma tan brutal en que lo hizo, a machetazos y encajándole un trinche,  dejándolo agonizar por dos días en un arroyo. Juvencio alegaba que el no le había hecho daño a nadie, que lo dejaran vivir, que ya no valía nada, que estaba viejo y que ya había pagado por su crimen todos estos años con miedo, escondiéndose.
El Coronel no lo escucho, mando que lo amarraran, le dieran algo para que se emborrachara y después lo fusilaran. Después llego Justino el hijo de Juvencio, le puso un costal en la cara para que no se escandalizara la gente por el rostro de su padre desfigurado por las balas, lo subió en el burro como un bulto y regreso al pueblo a enterrarlo.
Me parece maravillosa la manera que tiene para relatar historias, sin salir de su entorno que, aunque usa algunas palabras y modismos de la gente del pueblo, no deja de ser algo elevado para los personajes de sus relatos.
Rulfo tiene una manera muy pulcra de escribir, sin tratar de adornarse de mas, o de sonar muy elevado, se preocupa principalmente por lo que transmite en sus relatos y de hacerlo con verosimilitud utilizando todos los recursos que tiene a la mano.
Para elaborar sus textos, toma personajes y escenas de su entorno y les da un valor más estético. Hace composiciones con elementos aislados, como si estuviera armando un rompecabezas, no sobra ni falta nada.
Rulfo maneja temas de contenido muy complejo de una manera muy sencilla y cotidiana, su originalidad es indiscutible.
En el cuento, nos muestra a Juvencio desgarrado, implorando por su vida, se puede hasta sentir pena por él, por este pobre individuo, que como él dice, no vale nada y que como muchas veces pasa es hasta cuando ve la muerte a los ojos que le nacen las ganas de vivir.
Se percibe un personaje petrificado por el miedo, como si se encontrara enfrente de una serpiente venenosa a punto de morderlo, esto en el momento en que nos narra que Juvencio quería decir que él no había hecho nada malo, pero por alguna razón no puede decirlo, y cuando por fin lo dice nadie lo escucha.
No hay duda de que Juvencio mato a Don Lupe, y es curioso que nos muestren un personaje, que siente culpa, que vive escondido, temeroso y avergonzado pero que justifica su acción a sabiendas de que fue mala. Y que cree que ya tuvo su castigo por lo que hizo. Aquí surge una paradoja, el criminal que se siente juez, verdugo y víctima.
En los personajes se muestran otros valores, por ejemplo:
·         Justino, el hijo de Juvencio, el trata de ayudar a su padre, pero llega el momento en el que decide ya no hacerlo, cuando este le dice, casi exigiéndole, que vaya con el coronel y le diga ¡que no lo maten!, A Justino le da miedo que se den cuenta que es hijo de Juvencio y lo maten a él también y le dice que él tiene que velar por sus hijos y su mujer. Pero al final de la vida de Juvencio, Justino era la única persona que le quedaba, es la persona que se lo lleva para enterrarlo.
·         El Coronel, lleno de resentimiento por el asesinato de su padre, buscando vengarse, no quiso ni siquiera ver a Juvencio a la cara, para evitar sentir lástima por él y perdonarle la vida.
Este es un momento trágico, con aires revolucionarios, ubicado en la época de la postguerra, un relato con leguaje rural, aunque un tanto elevado para el perfil de sus personajes. Esta historia no debió estar tan alejada de la realidad en aquellos tiempos, puede haber sido hasta algo cotidiano. Se trata de un cuento desgarrador en el que Rulfo nos plasma una escena de un hombre gritando !Diles, diles que no me maten!

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