jueves, 16 de junio de 2011

El truco de Borges
Jorge Luis Borges nace en argentina el 24 de agosto de 1899, en buenos aires. En su familia corría sangre militar e intelectual, pero, más directamente intelectual. Su padre Jorge Borges era escritor y profesor mientras su madre Leonor Acevedo era reconocida como una mujer culta y de exquisita sensibilidad. En 1914 su familia se traslada a Europa y en concreto por motivos de la primera guerra mundial a Ginebra Suiza. Cursa el bachillerato y aprende francés y alemán. En 1919 viaja por España donde conoce el ultraísmo y comienza su actividad literaria además de colaborar para la revista Grecia.
Para 1921 la familia Borges se encuentra de regreso en Buenos Aires, donde el redescubre su ciudad natal pero desde una perspectiva bañada en su bagaje europeo, además de que se nutre del criollismo americano. Esta mirada bifocal a la cultura se vera reflejada en su obra, la cual podemos resumir en 3 grandes campos, como lo resume Flavio Ruvalcaba en uno de sus textos de Ananke (antiguo suplemento cultural del periódico  La jornada en Aguascalientes), “la filosofía, las experiencias vitales y la imaginación fantástica.
Ahí comienza a participar en la fundación de varias publicaciones literarias y filosóficas. Durante esos años escribió poesía lirica principalmente basado en temas históricos de su país, la cual fue recopilada en varios volúmenes, como lo es fervor de Buenos Aires (1923) donde se encuentra el truco y habiendo abandonado ya al ultraísmo como corriente influyente de su obra. Sus posturas políticas variaron constantemente de acuerdo a sus vivencias e incluso fue censurado durante las dictaduras militares de la década de los 70. Durante toda su producción fue creando un gran imaginario fantástico, subjetivo y metafísico  que le doto complejidad a la comprensión  debido a la simbología personal de Borges. Sus repercusiones fueron la admiración y seguimiento de gran numero de escritores y críticos literarios así como el análisis concienzudo de varios estudiosos que abarcan diversos campos.
Muere a los 85 años un 14 de junio de 1986 en la ciudad de Ginebra
Fervor de buenos aires es el primer libro de poesía publicado por Borges, el cual consta de treinta y tres poemas, donde predomina el verso libre. Aquí se hace énfasis en la representación de objetos y lugares con una temática relacionada fuertemente con buenos aires, sus personajes, sus calles y sus características, donde podemos encontrar costumbres, varios sentimientos y una naturalidad con el toque complejo característico y poético a cargo de la narrativa de Borges.
El narrador se presenta como alguien que siente afecto ante lo que vive, pero que sobre esto hace manifiesta una profunda reflexión, lo que lleva al lector al análisis y postulación de varias hipótesis
El tiempo es parte esencial en algunos de los poemas, se inserta como condición humana por lo que en ellos se llegan a realizar actividades diversas tales como los juegos, que permiten salirse de esa linealidad rutinaria que nos marca la vida por un momento, que en este caso es un juego de naipes. La percepción del tiempo y la interpretación de su naturaleza son subjetivas.
Aquí podemos entrar de lleno al poema, el truco
Cuarenta naipes han desplazado a la vida.
Pintados talismanes de cartón
nos hacen olvidar nuestros destinos
y una creación risueña
va poblando el tiempo robado
con floridas travesuras

de una mitologia casera.
En los lindes de la mesa
la vida de los otros se detiene.


En este verso comenzamos por deslindarnos de la vida, para esto me parece correcto comentar que al comenzar el juego y como bien lo dice, nos olvidamos de nuestros destinos, es cuando llega el momento de olvidarnos de lo que nos rodea y adentrarnos a esa “mitología casera” y formar parte de ella, como lo hace un niño al intentar salvar algún planeta o una princesa en un videojuego.
Los jugadores se aferran a las cartas como si fueran talismanes para conseguir un triunfo, pero claro, siempre teniendo en cuenta que es un juego, y como tal, su finalidad es la de pasar el tiempo y ¿por qué no?,  tener unos cuantos momentos de diversión.
Quizá para algunos parezca algo ridículo o exagerado el hecho de brindarle tanta atención o importancia a un juego, pero creo pertinente hacer uso de algún ejemplo a la mano de muchos, y es el de jugar una “cascarita”  de futbol en la calle con los amigos, donde muchas veces sin explicación, los amantes de este deporte pueden perderse en ella sin consideraciones despertando la mas variada gama de sensaciones y emociones.

Adentro hay un extraño país:
las aventuras del envido y quiero,
la autoridad del as de espadas,
como don Juan Manuel, omnipotente,
y el siete de oros tintineando esperanza.
Aquí podemos pensar en una alegoría, la baraja española se vio como la representación de las clases sociales, burguesía (oros), milicia (espadas), clero (copas) y el pueblo (bastos), así que es fácil pensar que dentro del juego existe un país, y que en este país, al igual que en el juego, todos son parte ya sea directa o indirectamente de las aventuras de la apuesta. De igual manera podemos hacer uso de las interpretaciones que emplea el tarot.
Al hablar sobre el as, tenemos que en el tarot es la carta a la que se le atribuye mas poder, y que las espadas eran la alegoría de la milicia en España, Borges no simpatizaba con la ideología política de Juan Manuel de rosas y lo cita, a mi interpretación, como un dictador que no duda en echar mano de la violencia cuando le plazca, pero sin embargo hace pensar que sobre la mesa también se encuentra el siete de oros, el cual en el tarot representa que vendrán ganancias y éxitos, quizá la carta de la esperanza.

Una lentitud cimarrona
va demorndo las palabras
y como las alternativas del juego
se repiten y se repiten,
los jugadores de esta noche
copian antiguas bazas;
hecho que resucita un poco, muy poco
a las generaciones de los mayores
que legaron al tiempo de Buenos Aires
los mismos versos y las mismas diabluras.
Si alguien en alguna ocasión aposto algo en un juego de cartas comprenderá esa lentitud cimarrona que deja mudo.
Cuando se repiten las bazas o jugadas traemos de nuevo a las antiguas generaciones pero que, me parece muy acertado, de una forma tan inocente, tan vacía que realmente va con la afirmación de Borges “un poco, muy poco”.
Los objetos e incluso los juegos son medios por los cuales hacemos memoria constantemente por medio de la repetición, pero que a la vez carecen de sustancia, vemos las imágenes en las cartas, sabemos que son viejas, pero, ¿que tan viejas? ¿Por qué esas imágenes? ¿Cuál fue el porque inicial del juego? Entonces, ¿por que jugamos? ¿Realmente sabemos lo que jugamos o solo estamos en ese ejercicio de memoria por medio de la repetición?
Concuerdo con Flavio Ruvalcaba y sus tres elementos característicos de Borges, me ha incitado a formular una interesante reflexión, he podido conocer un poco de buenos aires en tiempos de Borges y la fantasía se hizo presente en cuarenta cartas y lo que pasa alrededor de ellas; filosofía, experiencias vitales, e imaginación, excelente trípode para una obra de arte

Mario Ruvalcaba


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