viernes, 17 de junio de 2011

EL MANANTIAL QUE DA VIDA Y TRAE LA MUERTE

Martha Judith Silvestre Romo
Salvador Gallardo Topete nació en 1933 en la ciudad de Aguascalientes, estudio derecho en la UNAM y en la universidad autónoma de Zacatecas, pero desde muy pequeño tuvo un gran interés  literatura, gracias a su padre, a escrito y publicado en varias ocasiones. Es maestro de la Universidad Autónoma de Aguascalientes e imparte cursos en el Ciela-Fraguas, también es promotor cultural, ha publicado varios libros y  participado en revistas como Tierra baldía.
Gallardo Topete en su libro Estancias del sueño nos habla en uno de sus cuentos, de un viajero, que salió de su pueblo con un grupo de jóvenes aventureros, en busca de tierra fértil, quien se queda solo al final de su viaje, donde   encuentra un manantial que lo atrae a la caída, a su muerte, pero resiste con la idea de salvar a los demás viajeros   de la locura de morir en aquel manantial. El cuento cambia de lugar y ahora el protagonista es un agricultor que ve morir unas aves calcinadas por un rayo, una de esas aves cae al agua y se transforma en pez, al parecer lo del agricultor fue solo un sueño del viajero.
En el cuento el protagonista observa hipnotizado el manantial lleno de vida que lo llama a su muerte, en la narración encontramos en un mismo lugar representados ambos extremos de nuestra existencia.  ¿La muerte no será un sinónimo de querer vivir más? cuando más intensamente vivimos, más nos acercamos a la muerte y siempre está la pregunta  de que si inconscientemente lo que queremos es morir, nos atrae, será la curiosidad de saber cómo es, que hay después, desde que el ser humano comenzó a enterrar a sus muertos comenzó la idea del más allá, el deseo de no dejar de existir y que la muerte sea sólo una prolongación en un estado diferente.
Vivimos anhelando la muerte y deseamos que la muerte sea vida.
En la segunda  parte del cuento, se encuentra un hombre que descansa bajo un árbol y ve caer varias aves muertas, abatidas por un rayo,  una de ellas cae sobre el agua y se transforma en un pez, en esta parte vemos como el agua da vida,  pero no solo eso, también  se muestra la creencia del tiempo circular de que nada deja de ser,  solo se transforma en otra cosa, tal vez esa sea la respuesta a lo que nos espera después de la muerte.
Sabemos que nuestro cuerpo en descomposición alimentara a otros seres y  a la tierra, seguirá habiendo vida gracias a nosotros, nuestras moléculas se transformaran en otras cosas, y lo que nos da vida seguirá en ellas, entonces no es un gran misterio la muerte, si hay vida después de la muerte. En realidad la pregunta gira alrededor d si seremos consientes después de la muerte, de si tendremos el recuerdo de nuestra otra vida, la respuesta es  no, esta no es nuestra primer vida ya hemos vivido en el mundo como materia desde que todo comenzó y obviamente no nos acordamos de nada.
Estamos aquí desde que todo empezó y no vamos a dejar de existir hasta que todo termine, no hay un más allá y para que queremos más, ¿no se nos hace  suficiente millones de años?
La narración nos hace ver otro aspecto muy interesante, el protagonista no salta, la idea que lo mantiene vivo es el deber, el deber para con los demás, decide quedarse para proteger a los  viajeros de la locura que la sed les provocará.
Todo un dilema crece entre el deber y el querer, desde el principio del cuento el autor describe el manantial, es decir la muerte, como “la alucinante imagen del deseo” el protagonista delira por morir,  al final termina ganado el deber, pero no es cualquier deber,  es el deber a  la humanidad, el que nos hace los seres sociales que somos.
El deseo de que existiera un más allá nació con la conexión que comenzamos a tener con otras personas, cuando el ser humano decide  enterrar a sus muertos, de ahí viene nuestro deseo de vivir, deseamos vivir para los demás, creemos que somos necesarios para ellos porque sentimos que ellos son necesarios para nosotros.
Entonces no es el deseo de tener conciencia después de la muerte lo que nos hace creer en el más allá,  es el deseo de no estar solos.

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